El mito de Eukairía




El mito de Eukairía

En la antigüedad existía una deidad misteriosa conocida como Eukairía, la diosa de las oportunidades, tenía un gran poder sobre el ciclo de la vida y la muerte, El mito dice que cuando un niño fallecía, su alma pura se embarcaba al limbo, ευκαιρία aparecería como una figura radiante, envuelta en túnicas resplandecientes de luz dorada, La oportunidad ofrecida era revivir con inmortalidad otorgada, para el crecimiento personal, la redención o la realización de sueños incumplidos, pero dejar su vida pasada aún lado y ocultarse de los mortales para no ser descubiertos.

Se dice que durante la guerra de corinto muchos niños y niñas fueron asesinados, entre ellos Heket una niña que fue asesinada por soldados espartanos, Al presenciar la tragedia que le sucedió a la niña, Eukairía se conmovió por su muerte prematura y decidió otorgarle a Heket una segunda oportunidad en la vida. La diosa sopló el aliento de vida a Heket, reviviéndola y otorgándole la inmortalidad. Aunque, este regalo vino con un gran sacrificio, el dejar todo su pasado atrás.

Durante los siglos que siguieron, Heket se encontró con numerosas personas, cada una con sus propias historias y sueños. A través de su existencia inmortal, Heket se convirtió en una luz de guía para aquellos que se habían perdido, ofreciéndoles la oportunidad de realizar sus aspiraciones insatisfechas, mientras presenciaba el cumplimiento de los sueños de otros, Heket comenzó a comprender lentamente que su propósito no residía en recuperar su pasado, sino en aceptar su papel como catalizadora del cambio. Descubrió que los recuerdos que perdió no eran la esencia de su ser, sino más bien un tapiz tejido por las experiencias de aquellos a quienes tocó, Aunque Heket siguió soportando la carga de su inmortalidad y el anhelo por su pasado olvidado, encontró consuelo en las sonrisas de los niños cuyos sueños ayudó a realizar. Su alegría y éxito se convirtieron en la prueba tangible de su existencia, recordándole que, aunque su pasado estaba perdido, su presente tenía un valor incalculable.


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